El mural de Taniperla
Este mural representa la armonía campesina vista desde la guerra. Fue pintado en la comunidad de Taniperla, Chiapas, Republica Mexicana, para celebrar la inauguración del Municipio Autónomo Ricardo Flores Magón el 10 de abril de 1998. La gente le puso por nombre Vida y sueños de la cañada Perla.
La cañada del Perla
Es un jirón de la Selva Lacandona. El río Perla corre por ella unos 80 kilómetros de noroeste a sureste y se une al rio Jataté. Lo alimentan muchos manantiales que brotan de las dos cordilleras de la cañada. Una precipitación pluvial de 3000 milímetros al año cae generosamente sobre este territorio semitropical húmedo. En él hay jaguares, jabalíes, venados, tepezcuintles y una inmensa fauna y flora. Es una de las biodiversidades más ricas del mundo El río pasa de ser un arroyo a ser un fluir magnificente de 40 o 50 metros de ancho. Peces de colores, caracoles y langostinos habitan sus aguas.
Apenas en los años cuarenta empieza a ser poblada la cañada por unos pocos inmigrantes que habían soñado tener un pedazo de tierra propia. En los años cincuenta y en los sesenta empiezan a surgir pequeños pueblos en la montaña y a lo largo del río: Censo, Taniperla, Perla de Acapulco, Zapotal, San Caralampio, San José, Calvario.
Los recién llegados venían de la vida dura de las fincas ganaderas y de diversos pueblos tzeltales. Unas 15 mil personas viven hoy en este largo corredor.
El mural
Se pintó, idealizada, la vida de los pueblos de la cañada. Casas, comunidades de familias distribuidas entre un ecosistema de frutales, prados, sembradíos, flores, jaguares, venados, caballos. Vemos el correr de los ríos bajo un cielo luminoso adornado por aves, estrellas brillantes, mariposas y un sol y una luna que sonríen.
Al centro vemos tres cordilleras que nos marcan tres cañadas. Cerca del sol naciente otra hilera de cumbres, azuladas por la distancia, nos indican otra cañada más. Percibimos así la distancia por la que corren los ríos y también la profundidad de horizontes sucesivos.
Podemos decir que inicia con el amanecer si miramos el mural desde la derecha, o con la madre tierra si lo miramos desde la izquierda. Ella sonríe entre la tierra ubérrima y la luz del firmamento. Algunas estrellas de colores forman un halo discreto alrededor de su cara. Su cintura es exactamente el límite de estas dos dimensiones integradas en su cuerpo. Junto a ella se elevan dos grandes peñascos. Son senos nutricios. Bajo uno de ellos, como custodiado por un dosel de protección, un hombre cultiva la planta sagrada: el maíz.
Abajo del campesino, como símbolo de la unidad religiosa, hay una casa modesta con techo de lámina; es un templo con su pebetero. El templo no es de religión alguna y es de todas. También contemplamos la asamblea de mujeres: forman un círculo colorido. De esta reunión surge una paloma de la paz entre un campo lleno de flores.
Abajo niñas, niños y madres lavan y nadan en el río; gallinas que buscan su alimento un papá y su hijo que caminan con su carga de leña; personas que conversan en el umbral del hogar. Luego está la casa del Campamento Civil por la Paz a la que llegan los observadores del centro de derechos humanos.
Al otro lado del mural, en equilibrio con la parte materna, está el sol del amanecer que ilumina el nuevo día, la asamblea de los hombres, el juego de basquetbol, el fruto del café puesto a secar, los trabajos para introducir la electricidad, para arreglar la carretera y realizar las obras públicas que el pueblo requiere.
Los niños y las niñas entran a la escuela comunitaria. En la pared, como en muchos muros de las cañadas de la Selva Lacandona, leemos: "Soldados, drogas y putas ¡no! Maíz, frijol y paz ¡sí!”
En la montaña se mira la antena de la radio transmitiendo, ya que los acuerdos de San Andrés Sacamch’en proponen “la elaboración de una nueva ley de comunicación que permita a los pueblos indígenas adquirir, operar y administrar sus propios medios de comunicación”.
La puerta de la casa municipal está pintada como la entrada a la paz. Arriba hay un letrero en lengua tzeltal: SNA YU’UN ATELETIC YU’UN COMONALETIC, que significa casa de las autoridades de las comunidades. A cada lado de la puerta los grandes inspiradores: Flores Magón sembrando pensamientos en las cañadas; en la mano lleva letras de la palabra Libertar. Al orto lado, Zapata aparece a caballo con un lema dibujado en su pañuelo rojo: “La tierra es de quien la trabaja”. En la puerta hay un conjunto de cañas que representan a Taniperla, porque ese nombre quiere decir lugar de cañas junto al río Perla.
Caminan hacía la casa municipal un hombre leyendo papeles y una mujer. Explica un pintor tzeltal que ella “no sólo lleva pozol en su morral, sino también los documentos del asunto que tratará con las autoridades”.
Desde las montañas, como se canta en el Himno Zapatista: “ya se mira al horizonte, combatiente zapatista”. Estos milicianos contemplan desde lo alto el mundo de armonía, de unidad y de paz.
Acuerdos y pinta del mural
Desde principios de febrero de 1998, Sergio Valdez Ruvalcaba, mejor conocido como Checovaldez, visita Taniperla como investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, junto con compañeros de su equipo de trabajo. Era un viaje de reconocimiento y de planeación. Todos iban en calidad de observadores de derechos humanos.
Checo le cayó muy bien a la gente desde el principio, y al ver sus dotes de dibujante, autoridades de las comunidades le dijeron: “nos interesa hacer una gran pintura con las cosas que son importantes para la gente de la cañada”. Les contesta que podía platicar con la gente, enseñarles y ayudarles, pero no lo pintaría él mismo.
Entusiasmado Checo con la propuesta, desde que llegó a México empezó a preparar todo lo necesario y volvió a Taniperla la tercera semana de marzo.
Hombres y mujeres de 12 comunidades llegaron para trabajar en el mural. Ellos acordaron en diversas dinámicas de grupo dirigidas por Checo representar la paz, la armonía, la unidad, la felicidad. No escenas de guerra y muerte.
Les dijo Checo: “cada quien dibuje lo que le gustaría que esté en la pintura”. Luego dialogaron largamente por qué querían pintar todo eso en el mural: “el agua es vida”, “la cooperativa por la unidad”, “la asamblea para decidir”, “los zapatistas nos cuidan", “Zapata por héroe y chingón”, “el cafetal por la ganancita”, “la palabra de la mujer”, “la radio para comunicar”, “los principales por su palabra”.
Después este grupo pintó durante 15 días el mural para inaugurar el municipio autónomo Ricardo Flores Magón el 10 de abril, día en que se conmemora la muerte de Emiliano Zapata.
Destrucción
Este mural fue destruido por las fuerzas de seguridad en un operativo que pretendía acabar con el municipio autónomo. La gente de estas cañadas vive hoy asediada por el ejército mexicano y por paramilitares entrenados y respaldados por el mismo ejército. El profesor Valdez, así como indígenas de Taniperla y de otras comunidades y defensores de los derechos humanos, como Luis Menéndez Medina, están presos, con delitos fabricados, en la cárcel de Cerro Hueco, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
México DF, 5 de junio de 1998.